martes, 12 de diciembre de 2006

Peces





Quien opta por tener peces en casa se está decidiendo, en principio, por unas mascotas muy fáciles de mantener y que requieren poco trabajo.
Es frecuente que los niños de una familia, tras insistir en adoptar alguna mascota, logren convencer a sus padres de comprar una pequeña bola de cristal (o incluso de plástico para que no haya riesgos al limpiarla ellos) con un par de peces de colores. Al fin y al cabo, los progenitores no encuentran en los peces las objeciones que plantea ante otro tipo de mascotas: apenas ocupan espacio, no hacen ruido, no huelen, no hay que sacarlos a pasear, no nos despiertan de madrugada con sus cantos... Conforme pase el tiempo y esos peces se adapten bien al nuevo hábitat, sin apenas dar quehaceres ni preocupaciones, va surgiendo la curiosidad o el capricho de ampliar y decorar mejor el acuario, introduciendo más peces, con lo que, poco a poco vamos sumergiendo en un mundo que con todas seguridad nos atraerá.
Una pecera tipo bola de cristal con muy pocos litros de capacidad, que debemos cambiar a diario y cuya temperatura es variable, no es en absoluto el medio más adecuado para albergar a los peces. En ella los peces simplemente sobreviven en medio de unas condiciones bastante adversas. Padecen de falta de espacio y acusan ese ambiente tan diferente a su biotopo original, en el que se reprimen sus instintos naturales. Además no podemos introducir en las peceras los peces llamados tropicales, pues necesitan unas condiciones tanto biológicas, como químicas y de temperatura mucho más estables. Por ello, debemos plantearnos la necesidad de montar un acuario completo, en el que podremos observar cómodamente los juegos, ciclos reproductivos y alimenticios de nuestros peces, tal y como los desarrollarían en su vida natural.

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